ESIC Alumni, 31 de diciembre de 2008
Artículo de Ana Lorenzo, responsable de Marketing y Atención al Socio de Institución Futuro
En tiempos de crisis como los que atraviesan las economías más avanzadas del mundo, las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) están marcadas por la falta de confianza de los consumidores y los inversores, lo cual desestabiliza a las organizaciones. Por eso, una buena gestión de la RSC ayuda a incrementar la reputación de las empresas y a fortalecer sus relaciones con los grupos de interés.

Las compañías están transformando sus departamentos de RSC en verdaderas antenas hacia la sociedad, con una capacidad extraordinaria para integrar estratégicamente las demandas de la sociedad civil.


Así, la filantropía ha evolucionado desde la donación a ONG´s en el pasado (sin que éstas rindan cuentas a sus donantes) a la “venture philantropy” (filantropía de riesgo) en el presente (que concibe la ayuda como inversión y busca la obtención de resultados sin olvidar el ánimo de lucro). Es esta última vertiente del humanitarismo la que se está desenvolviendo con mayor protagonismo, gracias a iniciativas como las del premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus. A través de sus microcréditos, este indio promueve el espíritu emprendedor de los países menos desarrollados y capacita a las personas necesitadas para sobrevivir sin la dependencia que generan las donaciones.


Otro mundo es posible
Por esta razón, son muchos los que apuntan que esta nueva revisión del capitalismo, menos salvaje y más altruista, será la que acuñe el famoso eslogan de “otro mundo es posible” a través de la RSC. En este sentido, un estudio coordinado por la consultora Begoña Benytez (en colaboración con la Escuela de Negocios –EOI- y el Instituto de Análisis Intangibles), en el que han participado el 60% de las empresas que cotizan en el Ibex, constata que la implantación de la Responsabilidad Social Corporativa se ha disparado. El 97% de estas empresas afirma estar adscrito a iniciativas en materia de RSC, dato que indica la importancia que conceden las empresas a cuestiones sociales y medioambientales. Si hace sólo diez años el 14% de las empresas tenía un plan de RSC,  ahora el 41% lo ha implantado hace menos de dos años.


De esta manera, si Hobbes levantara la cabeza, el siglo XXI probablemente enterraría su célebre “el hombre es un lobo para el hombre”. Su enfoque licántropo ha evolucionado hacia el filántropo: en 2006 no sólo tuvo lugar la mayor donación de la historia (Buffet, segunda fortuna del mundo, legó 43.500 millones de dólares a la Fundación Gates), sino que en EE.UU las donaciones crecieron un 60% en 2007.


Think tanks
En la era de la filantropía global, quienes hacen donaciones demandan que las políticas de RSC estén inspiradas en enseñar a pescar frente a dar el pescado. Esta misma demanda tienen por misión los think tanks, entidades independientes del Gobierno cuyo objetivo es crear opinión para influir sobre los que influyen en las decisiones sobre políticas públicas.


El término think tank resulta desconocido en España, a pesar de que existen más de seis mil instituciones de este tipo en el mundo. Una de las traducciones inmediatas del término think tank es “tanque de ideas”, cuyo origen proviene de la Segunda Guerra Mundial.  Estas instituciones aparecieron para investigar las cuestiones bélicas y de políticas públicas después de la contienda, orientadas a la Guerra Fría. Sin embargo, en la actualidad, los think tanks  se entienden como “laboratorios de ideas”, “catalizadores de ideas y acción”, “centros de inteligencia compartida”, ‘observatorio para estudiar la realidad’, ‘foro de pensamiento estratégico”, entre otras acepciones. Los think tanks resultan indispensables para dar soluciones a los grandes retos políticos y económicos.


Laboratorio de ideas
Un think tank es esencialmente una organización independiente del poder político, gubernamental, económico y académico. No es la patronal española, ni un centro de formación empresarial de directivos. Tampoco es un órgano asociado a sindicatos, ni una consultora. Estos “laboratorios de ideas” suelen estar formados por un equipo de expertos que proporcionan consejo e ideas en economía, gestión y estrategia prospectiva a las personas responsables de tomar las grandes decisiones para el medio/largo plazo. Por ello, están  promovidos por la sociedad civil para investigar el desarrollo socioeconómico e inspirar políticas públicas, adaptadas a las tendencias más prometedoras que surgen en los foros de excelencia de la Sociedad del Conocimiento.


Los think tanks son absolutamente independientes de los partidos políticos, del gobierno, de las universidades y de los lobbies económicos. Además, no tienen ánimo de lucro: viven de las donaciones que reciben y de los estudios que realizan. Los trabajos que realizan son de ámbito general, por lo que no aceptan encargos en los que el beneficiario sea una empresa u organismo público. Sus metas primordiales son inspirar políticas públicas, influir en la sociedad y hacer pensar a la ciudadanía. Para ello, sus recomendaciones son precisas, prácticas y aplicables: interesa más prevenir o resolver un problema real, que elaborar teorías.

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