Expansión, 20 de octubre de 2007
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
“Soy el más antinuclear del gobierno”, dijo Zapatero al comienzo de su mandato. Esta declaración de intenciones la repitió en el Debate del Estado de la Nación del año pasado, cuando proclamó que cumpliría su compromiso electoral de sustituir la energía nuclear por otras energías alternativas. El modo más rápido que tiene un político de perder credibilidad es exhibir ignorancia en los temas económicos. Zapatero cree que la política no es el arte de lo posible, sino de lo imposible, si esto halaga el oído de los electores.
Está muy bien apoyar las energías renovables, pero a 90 dólares el barril de petróleo no hay otra salida que apostar por la energía nuclear, que es mucho más económica, si queremos que las empresas españolas sean competitivas en un mundo globalizado. Probablemente ZP no cuenta con ningún experto en energías en su séquito personal de 656 asesores y funcionarios, corte monclovita que cuesta 28 millones de euros anuales a los contribuyentes.
Hace una semana el Ministro de Industria dejó entrever un borrador de planificación energética, que establece que las centrales nucleares seguirán abiertas hasta 2017. Esta afirmación constata que la necesidad imperiosa de energía se impone a las promesas electorales. En esta línea, el propio Secretario de Estado de Energía afirmó hace un año que se tendría que reexaminar la política energética si se quería seguir atendiendo a la demanda de electricidad, y que era difícil prescindir de los 7.700 MW de capacidad nuclear que existen en España. Conviene recordar algunas cifras de la energía nuclear.
El 20% de la electricidad que consume España tiene como origen nuestro pequeño parque de 8 reactores nucleares. Los porcentajes de energía eléctrica que sale de centrales atómicas de países con gran tradición con su respeto al medio ambientes son los siguientes: en Francia el 79% de la electricidad la producen sus reactores nucleares, en Bélgica el 58%, en Suecia el 48%, en Suiza el 37%, en Alemania el 32% y en Europa, de media, un 30%. También en países de gran crecimiento económico se ha apostado por la energía nuclear. Así, China tiene previsto construir veinte centrales y Rusia nueve. También, en la gran mayoría de países se está prolongando la vida de los reactores para depender menos del petróleo.
Respecto al riesgo de las centrales nucleares, los reactores de la Generación III presentan grandes avances tanto en seguridad como en un mejor aprovechamiento del combustible radiactivo. Producen muchos menos residuos y su construcción es más rápida. Respecto a los residuos que hay que tener en cuenta, los de alta actividad, aunque las actuales técnicas los protegen para que no emitan radiación, la mejor solución es su completa reutilización, campo en el que se está haciendo un gran esfuerzo investigador. Ante estos hechos, la gran pregunta es cómo en España no se acomete la construcción de nuevos reactores nucleares. Zapatero debiera atender las recomendaciones de la Comisión Europea y la Agencia Internacional de la Energía de potenciar la generación de energía nuclear por razones económicas, de seguridad de abastecimiento y de disminución de dióxido de carbono.
Ahorrar energía
Si queremos reducir los costes energéticos, además de disponer de energía barata también hay que ahorrar. En este sentido, un capítulo importante es el del transporte ferroviario de mercancías. Si las infraestructuras estuvieran en condiciones, como ocurre en Estados Unidos, un tren podría transportar tantas toneladas como 160 camiones y reducir muchísimo el coste de energía y de contaminación por tonelada. Sin embargo, este asunto no da votos a la ministra de Fomento y no proporciona incentivos a los funcionarios de la inoperante entidad pública Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), con lo que todos salimos perdiendo. En los últimos ocho meses se ha eliminado la tercera parte de oferta de trenes del servicio intermodal y se han cerrado varias terminales. Estos hechos han disminuido en un 12% el tráfico de contenedores. Es incomprensible que no se apueste por una energía económica, pero resulta más escandaloso el desperdicio de energía que supone el desaprovechamiento de las infraestructuras ferroviarias para el transporte de mercancías que, por otra parte, ahorraría muchas vidas humanas en nuestras colapsadas carreteras.
Institución Futuro
Share This