Boletín 7 días, CEN, 27 de octubre de 2006
La innovación y el espíritu emprendedor son básicos para que la economía de un país crezca. Aun así, en muchas naciones europeas el espíritu empresarial es muy bajo, tal y como reconoció recientemente Ján Figel, Comisario europeo de educación.
Según Figel, el sistema educativo europeo en su conjunto no produce el número suficiente de empresarios. Su afirmación se basa en encuestas que indican que el 60 por ciento de los europeos nunca han considerado establecer un negocio por su cuenta, y el 50 por ciento opina que no empezaría un negocio si hubiera riesgo de fracaso.
Estos datos deberían ser una señal de alarma para los Gobiernos: ¿el sistema educativo está fomentando la innovación o sólo crea ciudadanos preocupados por su seguridad económica personal?

La Unión Europea lleva tiempo aplicando políticas enfocadas sobre todo a los jóvenes para estimular su voluntad de establecer negocios propios, pero hasta ahora no parecen haber surtido efecto.
El llamado “espíritu de funcionario” abunda en Europa, en contraposición con Estados Unidos, donde sólo un tercio de los ciudadanos no establecería un negocio si existiera el riesgo de que fracasara. Allí parece estar establecida la máxima de que quien no ha vivido todo el proceso empresarial, nunca será tomado en serio. O lo que es lo mismo, comenzar un negocio, luchar por él, ir a la quiebra y empezar de nuevo es básico para que te tomen en serio.

¿Cuánto tiempo tardaremos en Europa en darnos cuenta de la necesidad de experimentar todo ese proceso?

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