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En un mundo tan globalizado como el actual, las empresas, antes de lanzar un producto a fabricar, realizan una evaluación de los países y las regiones en las que consideran más interesante invertir para poder fabricarlo (véase los últimos ejemplos de las fábricas de baterías para el automóvil o los propios automóviles eléctricos). Por otra parte, los países y las regiones compiten entre sí por atraer estas inversiones, estimular el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Cuando hablo de regiones no estoy pensado solo en las Comunidades Autónomas españolas, me refiero también, como mínimo, a nivel europeo precisamente por la globalización mencionada. No darse cuenta de este hecho resultaría, a estas alturas, de una miopía pasmosa. Un ejemplo reciente lo tenemos en nuestros vecinos franceses, que acaban de celebrar hace unos pocos días su sexta cumbre anual de “Choose France” que podríamos traducir como “Elija Francia” y en la que Emmanuel Macron se ha reunido con más de 250 CEO internacionales, con el objeto de “seducirles” sobre las bondades de invertir en las diferentes regiones de Francia.

Pues bien, los últimos datos publicados por la Comisión Europea revelan que la Comunidad foral lleva años estancada en términos de competitividad. En 2022 ocupábamos el puesto 117 de 234 regiones europeas analizadas, estábamos justo en la mitad del ranking y la puntuación obtenida se encontraba por debajo de la media europea y era prácticamente la misma que en 2016. A todas luces, unos datos preocupantes teniendo en cuenta la importancia de la competitividad, entendida como la habilidad de una región para ofrecer un entorno atractivo y sostenible, tanto en el corto como en el largo plazo, para que empresas y personas vivan y trabajen en las mejores condiciones.

La diferencia entre compararse con Europa o no es crucial. A nivel nacional nos situamos como la cuarta CCAA más competitiva, por detrás de Madrid, País Vasco y Cataluña. Pero en España no estamos para tirar cohetes: nos hallamos en el puesto 16 de los 27 países de la UE, con una puntuación menor que la media europea. Dicho de otra manera, frente al resto de CCAA, Navarra está en el pelotón de cabeza pero retrocediendo.

Los cambios necesarios en la Comunidad foral debieran pasar por potenciar sus fortalezas, entre las que se encuentran la preparación tecnológica, la innovación, la educación superior y la formación continua. Y como no podría ser de otra forma, corrigiendo sus debilidades: unas infraestructuras deficientes, un mercado de trabajo con tasas de paro alejadas del pleno empleo que en su día conoció Navarra, poco atractivo tanto para retener como atraer talento, y unas empresas que deberían crecer en tamaño, ser más competitivas e incrementar su internacionalización.

Capítulo aparte merece el área fiscal, donde todos los indicadores sitúan a Navarra en la parte baja del ranking. No estamos potenciando el desarrollo económico, sino frenándolo. Si queremos tener más y mejores empresas y talento, debemos ser fiscalmente mucho más atractivos para compensar algunas de nuestras desventajas, como son nuestro menor tamaño o situación más periférica.

Para cambiar la tendencia y mejorar en competitividad tenemos tarea por delante. Institución Futuro lleva tiempo proponiendo una serie de medidas que consideramos imprescindibles.

1) Alentar el dinamismo empresarial. Si la empresa privada es la principal generadora de riqueza y empleo, se le debe apoyar para que consigan ser más innovadoras, se abran al exterior y busquen su tamaño eficiente. De esta forma se asegurará el mantenimiento y la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo.

2)Reformar el sistema fiscal para que sea equilibrado y competitivo y mejore su capacidad recaudatoria y su eficiencia. El objetivo ha de ser incrementar la recaudación sin crear nuevos impuestos ni subir los existentes, sino aumentando las bases imponibles e incrementando la lucha contra el fraude.

3) La dotación de infraestructuras adecuadas, modernas y efectivas impulsan el desarrollo económico a medio y largo. Pero Navarra cuenta con varios proyectos pendientes que deben priorizarse: el TAV, la finalización de la ampliación de la primera fase y la segunda fase del Canal de Navarra, el incremento de vuelos en el aeropuerto de Pamplona, la conexión por Autovía con Madrid y la transformación de la N-121-A en 2+1.

4) La educación y la formación deben estar enfocadas a la empleabilidad futura, teniendo en cuenta las necesidades de las empresas y de la sociedad. Ha de fomentarse los idiomas, el conocimiento de las nuevas tecnologías digitales y la formación continua en las empresas.

5) En los Presupuestos Generales de Navarra se debe primar el ajuste presupuestario y la reducción de la deuda pública. Navarra no puede endeudarse de manera excesiva; la deuda la pagaremos con la capacidad productiva futura de todas las empresas y autónomos.

6) Por último, urge realizar una revisión integral del gasto público mejorando la calidad y eficiencia. Se debieran introducir herramientas que evalúen la eficiencia de los distintos servicios, así como mejorar la transparencia.

Ojalá se tengan en cuenta nuestras propuestas para que cuando volvamos a medir la competitividad de Navarra podamos alegrarnos por las mejoras obtenidas. No cambiar nada y esperar resultados diferentes no funciona. Tomen nota.

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