
Saco a colación este doble sentido porque a veces nos venden la burra vieja de la manipulación política como la quinta esencia del talento. Así, se disfraza de policies a las argucias políticas, fraudes que permiten que intereses partidistas parezcan una genialidad. El drama es que el engaño tiene un coste que pasa inadvertido en el momento en que nos lo ofrecen, pero lo pagamos muy caro en el largo plazo. Lo que está pasando en Cataluña constituye un buen ejemplo de lo que les comento. Las cesiones improvisadas a las reivindicaciones soberanistas implican unos riesgos graves para toda la nación. Sin embargo, los prestidigitadores de La Moncloa van a hacer creer a una gran parte de los españoles que las claudicaciones son convenientes.
Electoralismo
En España nuestros gobernantes gastan mucha energía en hacer politics y bastante menos esfuerzo en discurrir, diseñar y ejecutar unas buenas policies. Parece que al electoralismo reinante le compensa más despertar pasiones que promover una corriente de opinión responsable. Sólo desde una mejor comprensión de la situación los ciudadanos aceptan decisiones que, aunque individualmente incomodan, son buenas para el bien común.
Lucha partidista
Me apena ver cómo las policies no se respetan en los asuntos de Estado, sino que se subordinan a la lucha partidista. Así, el gobierno actual no ha seguido el ejemplo de los Ejecutivos de González y Aznar. Éstos tuvieron una acción exterior coherente con la de sus predecesores, conscientes de que el interés de España primaba sobre la politics. Por ejemplo, ambos presidentes sabían que los cambios en las relaciones internacionales no se deben improvisar, y mucho menos hacerlo mediante desplantes diplomáticos, pues estos gestos nunca salen gratis. Los auténticos estadistas tienen visión del país y se esfuerzan para alcanzarla. Por el contrario los malos políticos, como bufones de Corte, buscan principalmente agradar a los electores.
Puede que uno de los problemas de los políticos sea que no tienen tiempo de reflexionar a largo plazo. En las democracias avanzadas esta carencia se cubre con los think tanks, instituciones independientes promovidas por la sociedad civil, que proporcionan estudios serios para elaborar las policies.
Tenemos que aprender de la experiencia de los think tanks más genuinos del mundo. Entidades como American Enterprise Institute, Brookings Institution, Heritage Foundation, Institute for Economic Affairs, Demos e Institute for Public Policy Research tienen un eco notable en la prensa de sus países y crean opinión entre las personas que toman decisiones. Constituyen el manantial de las ideas que nutren las policies de muchos gobiernos. Recordaré que detrás de muchos aciertos de Reagan, Thatcher, Clinton o Blair han estado los laboratorios de ideas. En España este camino es más difícil. La sociedad civil es débil y la prensa se dedica sobre todo a hablar de politics. Nuestro país podría tener extraordinarias policies si prestara más atención a los ‘catalizadores de ideas y acción’.