Expansión, 16 de enero de 2008
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
Hemos empezado el año con una noticia política de impacto. Manuel Pizarro, ex-presidente de la eléctrica Endesa, irá de número dos en las listas del Partido Popular en Madrid. Si por algo sorprende la noticia, es porque don Manuel se ha caracterizado siempre por huir de los focos y de los platós. ¿Por qué, entonces, ha decidido renunciar a sus cuantiosos ingresos como miembro de varios consejos de administración, y aceptar un puesto en el que obtendrá una menor remuneración salarial y que, sobre todo, perjudicará su imagen pública?
Sólo los que conocemos bien a Pizarro podemos aventurarnos a contestar a esa pregunta. Don Manuel ha defendido a ultranza, durante toda su vida, los principios en los que cree. Y quizá les sorprenda, pero en la sociedad en la que vivimos no es fácil encontrar a personas de su categoría humana. Me consta que uno de esos principios es la defensa de las libertades de la sociedad civil. Si hasta ahora las ha intentado defender durante toda su trayectoria profesional, ahora lo va a intentar desde el ángulo más difícil: la política. Hay que ser muy valiente y creer mucho en los propios principios para abandonar, a sus 56 años, una cómoda posición personal y saltar a la arena política, conociendo de antemano cuántos y cuan fieros son los leones que le esperan.

Reacciones
Como era de esperar, a nadie ha dejado indiferente este anuncio. De la multitud de reacciones, acaso una de las más polémicas ha sido la del secretario de Organización del PSOE, José Blanco, quien ha llegado a decir que “el tiburón del capitalismo sale de la madriguera”. Dejando de lado la poca prudencia de este señor, su declaración refleja la filosofía económica que acompaña al Partido Socialista y que tanto daño ha hecho a España. Pero no acaban ahí las lindezas que le ha dedicado a don Manuel. El señor Blanco se ha atrevido a afirmar que “sabíamos que Manuel Pizarro era un político. Ahora se quita la careta”. Seguro que están de acuerdo conmigo en que la frase tiene tela. Deja entrever que la profesión de político es deshonrosa y vil, pero no se da cuenta que con su crítica está arrojando piedras contra su propio tejado.

Lo que yo le contesto al señor Blanco, y a todo aquel que se permite juzgar e insultar a Pizarro, es que ojalá hubiera entrado antes en política, para que al Gobierno no le hubiera cogido desprevenido la crisis económica en la que estamos entrando. Ojalá hubiéramos tenido antes entre nuestros políticos, ya sean del partido que sean, personas que obren con rectitud, que den un buen ejemplo a todos los ciudadanos y que se enfrenten a los chantajes del poder. Si con la incorporación de don Manuel a la política se consigue limpiar la mala imagen de este sector y se mitiga el generalizado rechazo social que los políticos transmiten a los ciudadanos, habremos ganado mucho.

La trayectoria de Pizarro demuestra su valía: siendo abogado del Estado minimizó los costes para el país de la incautación de Rumasa. Más adelante, como presidente de Ibercaja, de la CECA y del Instituto Mundial de Cajas de Ahorros, manifestó su convicción de que estas entidades no fueran tiburones financieros, algo a lo que el tiempo le ha dado la razón dados los problemas que sufren algunas Cajas de Ahorros. Él preconizaba que la misión de estas entidades de depósito debía ser la de generar desarrollo para toda la sociedad. Y qué decir de su paso por Endesa, cuando antepuso los intereses de los accionistas a las presiones del Ejecutivo, acción que le llevó a comparecer ante la Comisión de Industria del Senado, donde se cuestionó injustamente su honradez.

Estoy convencido de que no es el ansia de poder lo que ha motivado a Pizarro a entrar en política, sino su vocación de servir a todos los ciudadanos. Ahora bien, todo este revuelo habrá sido en vano si el Partido Popular no gana las elecciones. Esperemos que a la hora de dirimir el actual empate técnico pese más la incorporación de un activo tan valioso como don Manuel que las promesas socialistas, carentes de criterio y abocadas al fracaso económico de España. Se lo aseguro: no se arrepentirán. La política, y también los ciudadanos, estamos de enhorabuena.

Institución Futuro
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