Diario de Navarra, 19 de agosto de 2010
Luis Jordán Lanaspa, miembro del Comité Ejecutivo de Institución Futuro
Los emprendedores, siempre necesarios, van a desempeñar un papel fundamental en el proceso de recuperación de la crisis económica. Lo aseguran los expertos y, también, el sentido común. Estos aventureros, valientes hoy más que nunca debido al riesgo que corren al abrir un negocio propio en condiciones adversas, son artífices de la innovación y generadores de riqueza en el conjunto de la economía.

Nuestro país no ofrece una situación ejemplar al respecto: España figura en el último puesto de los países de la UE-25 en materia de emprendimiento debido, en parte, a que en la actualidad el entorno socio-económico no se muestra favorable. Además, el desprestigio social de los empresarios, impensable en otros países occidentales, más la deficiente preparación y orientación para abrir un negocio, explican, pero no justifican, una realidad más bien deplorable. Navarra ofrece unos datos muy elocuentes. Según el último estudio GEM, en 2008 la tasa de actividad emprendedora fue del 6,5%, mientras que el año anterior ascendió al 8,1%. Y según el Consejo General del Notariado, durante el primer semestre de 2009 Navarra se convirtió en la segunda comunidad autónoma (por detrás de Castilla La Mancha) que sufrió un mayor recorte en la creación de empresas, casi un 50% menos que en el mismo periodo del año anterior, al pasar de 817 negocios creados en la primera mitad 2008 a 415 en el primer semestre de 2009.

Por otro lado, las últimas cifras aportadas por la Cámara Navarra de Comercio e Industria relativas a su servicio de asesoramiento a nuevas empresas, a través del sistema de ventanilla única empresarial (VUE), revelan que, precisamente por hallarse en crisis, los navarros están más motivados para emprender sus propios negocios. El porcentaje de emprendedores que crea una empresa por necesidad se ha elevado al 50 % en 2009, mientras que en el año anterior la cifra fue del 35,8%.

El aumento del número de personas que fundan una empresa por necesidad, es decir, porque se encuentran en situación de paro o prevén que van a estarlo pronto, se presta a una interpretación ambivalente. Lo positivo, claro está, radica en que siempre deben ser bienvenidos los nuevos emprendedores, sea cual sea su motivación. En la valoración negativa se incluye el mayor riesgo de fracaso del negocio por haberse iniciado más por apremiante apuro laboral que por presentar una clara oportunidad en el mercado. En definitiva, emprender, cómo no, es bueno, pero no a ciegas o poco menos.

Al fomento del deseable espíritu emprendedor y consiguiente apertura de negocios se oponen una serie de trabas señaladas con insistencia por expertos y empresarios: los trámites administrativos y legales. En la práctica, España es uno de los países donde más tiempo cuesta poner en marcha una empresa, por pequeña que sea: para ser exactos, 47 días. Como últimamente manifiestan muchos especialistas, la mejor actuación de un Gobierno para favorecer el espíritu emprendedor consiste en hacerse a un lado y ser "invisible", en el sentido de dejar a los empresarios preocuparse por su negocio y no establecer tantos requisitos administrativos que frenen la innovación.

En la esfera humana más personal, el miedo al fracaso personal constituye otro de los factores condicionantes del desarrollo del espíritu emprendedor en medio de una sociedad que jalea y sacraliza a los triunfadores. Aun así, el temor al estigma de no alcanzar el éxito en un proyecto de negocio puede verse superado por la urgencia de obtener un empleo a corto plazo. Conviene recordar que en otras latitudes -por ejemplo, Estados Unidos- el éxito y el fracaso empresarial se asumen como una realidad inherente a la economía y, por tanto, no producen efectos nocivos en el futuro profesional de los emprendedores, dispuestos a levantarse tras la caída.

Los malos datos registrados en la Comunidad Foral sobre el número de personas emprendedoras no deben mover a la sociedad, y a los jóvenes en particular, a tirar la toalla, sino todo lo contrario. Si está bien informada, orientada y dirigida, y dotada de un marco legal propicio, la necesidad de emprender en tiempos de crisis puede convertirse en el germen de negocios prósperos en el futuro.

Debemos animar, por tanto, desde espacios como Institución Futuro, a todas las personas que tengan inquietud emprendedora a que inicien la apasionante misión de crear nuevos proyectos que cristalicen sus ilusiones. Proyectos basados en el conocimiento y la información, pero movidos por un motor inigualable: el espíritu emprendedor. Por último, hemos de conjugar sociedad civil, entidades financieras, medios de comunicación y Administración para conseguir un entorno que, no sólo favorezca, sino que premie el emprendimiento.

 

Institución Futuro
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