Diario de Navarra, 30 de junio de 2017
Ana Yerro, directora general de Institución Futuro

El desarrollo económico, la prosperidad y la vitalidad político-social de cualquier país o comunidad están directamente relacionados, sin ninguna duda, con los conocimientos y capacidades de sus ciudadanos para poder afrontar un futuro con garantías de generación de recursos y conocimientos que aumenten el bienestar tanto social como individual de una forma sostenible.

Por este motivo, la educación en sus distintos ámbitos y niveles es fundamental: de sus resultados va a depender el porvenir de las nuevas generaciones. Navarra es buena prueba de ello. Las magníficas ratios económicas y sociales de las últimas décadas en comparación con el resto de regiones españolas son, en gran medida, consecuencia del alto nivel educativo que se imparte en sus centros, con una muy variada oferta de centros públicos y de titularidad privada.

Dicho “statu quo” -envidiado por otras comunidades autónomas- se encuentra, por desgracia, en peligro. De manera cíclica se pone sobre la mesa la renovación de los conciertos educativos por parte de ciertos partidos políticos que propugnan su reducción o, lisa y llanamente, su total desaparición. La reciente sentencia del Tribunal Supremo, que reconoce a los centros de educación concertada segregada -que solo admiten a alumnos del mismo sexo- de Andalucía el derecho a ser sufragados con dinero público, no parece haber frenado tales pretensiones, basadas en argumentos no siempre rigurosos.

Un aspecto muy importante para tener en cuenta en este debate es, en primer lugar, la opinión de las familias; o, mejor dicho, su elección. Según datos del PSN, si para el curso 2015-2016 el 51,21% las familias de Pamplona y comarca escogieron para sus hijos centros concertados, esa cifra ha aumentado hasta el 59,06% en la matrícula del curso 2017-2018. En esas mismas fechas, en Tudela el citado porcentaje ha pasado del 45,29% al 53,95%. Es decir, donde las familias pudieron escoger entre educación pública o concertada, más de la mitad prefirió la concertada.

Si nos atenemos a criterios de eficacia y eficiencia, no se entiende el argumento de eliminar los conciertos, puesto que todo tipo de indicadores y evaluaciones oficiales acreditan, año tras año, los extraordinarios resultados de la red privada-concertada de la Comunidad, como lo son también los de la red pública. Así, según el informe PISA 2015, los alumnos navarros –sin diferenciar la titularidad del centro en el que estudian- se sitúan en el “top ten” internacional, por encima de la media nacional. Fijándonos en la titularidad del centro, se comprueba que los alumnos de la concertada obtuvieron resultados todavía mejores.

Ésta ya debería constituir por sí misma razón más que suficiente para no hacer experimentos de dudoso resultado, pero se han de añadir, además, los criterios de eficiencia en el gasto, que son exigibles a los responsables públicos. Como es conocido, el gasto por alumno es notablemente inferior en la red concertada que en la red pública. Es cierto que ésta última acoge centros y situaciones (escuelas rurales o unitarias con pocos alumnos, grupos especiales, sueldos del profesorado más altos…) que hacen que el coste sea siempre mayor, por lo que la correcta comparación se ha de realizar atendiendo a lo que en términos económicos se denomina coste de oportunidad.

En otras palabras, ¿qué ocurriría en el caso de que se eliminaran los conciertos y los docentes de centros concertados fueran sustituidos por funcionarios públicos con su horario y condiciones laborales, y la administración pública asumiera los gastos ordinarios de funcionamiento? La respuesta es fácil. Supondría una mayor necesidad de recursos para atender a los mismos alumnos y quedaría por ver si con los mismos resultados. Cálculos realizados por Institución Futuro estimaron en su día el incremento necesario en cerca de 80 millones de euros en los PGN. ¿De dónde se obtendrían estos recursos? ¿De una reducción de otras partidas sociales? La eventual modificación se contabilizó sin tener en cuenta la necesaria inversión en instalaciones, que sería multimillonaria.

En definitiva, si la anunciada por algunos reducción o supresión de conciertos educativos supone coartar la libertad de las familias para elegir el modelo educativo que desean para sus hijos, si se ponen en riesgo los excelentes resultados académicos alcanzados y, además, la decisión es contraria a cualquier criterio de eficiencia, ¿por qué ese interés? Sugiero superar ese discurso de concertada sí, concertada no, que enmascara y despista de los auténticos problemas de la educación en Navarra. Lo importante es que todos los ciudadanos, sin discriminación alguna, tengan acceso a una educación excelente.

Institución Futuro
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