Cuesta mucho creer que, en el contexto descrito, aún existan jóvenes con iniciativa, emprendedores que arriesguen sus ahorros, o se endeuden hasta el límite, para poner en marcha su sueño aun con la eventualidad de fracasar y sufrir el escarnio público. En lo que respecta a Navarra y según el informe ‘Radar Empresarial’ publicado por Axexor, en 2010 se crearon un 38,55% de empresas menos que el año anterior.
Esta cifra, tan poco positiva, resulta sin embargo comprensible. Los mismos jóvenes emprendedores reconocen que la sociedad no valora suficientemente la figura del empresario. Si las cosas le van bien, se achaca a la suerte, y si van mal, se culpa al carácter avaricioso o explotador del dueño. Aún cuesta mucho entender que los empresarios son agentes decisivos para la solución de la crisis por su condición de generadores de empleo y riqueza. De hecho, un informe elaborado por la Asociación Madrileña de Empresa Familiar denunciaba la flagrante descalificación que la figura del empresario sufre en varios libros de texto de bachillerato, donde se le presenta, con sorprendente insistencia, como una especie de sanguijuela social que vive de la sangre ajena. Si a los niños se les inculcan tales ideas, ¿cómo podemos esperar que, de adultos, quieran pertenecer a ese grupo social?
A pesar de lo dicho, existen razones objetivas para ser optimistas. Según el último informe Análisis del espíritu emprendedor en Navarra, Global Entrepreneurship Monitor –GEM 2009, en ese año se observó un cambio incipiente en el perfil emprendedor de los navarros: un rejuvenecimiento de las personas que iniciaron un negocio, es decir, cada vez existe una mayor incorporación de jóvenes al mundo empresarial. Iniciativas surgidas desde la sociedad civil, como el proyecto nacido en la red social Twitter llamado #NASF, un punto de encuentro donde jóvenes emprendedores navarros exponen sus ideas de negocio a otros emprendedores y buscan entre todos su difusión y puesta en marcha, son dignas de mención y elogio. Detrás de NASF no hay ninguna empresa, organización ni institución. Sólo y exclusivamente sociedad civil. Como reza su manifiesto, “el futuro es de los que dan el paso y deciden hacer realidad sus ideas”. Razón no les falta.
Podremos asegurar con nostalgia que hace años los jóvenes quizás eran más responsables, más trabajadores, con más valores… Sean rigorosos o falaces tales juicios, lo cierto es que los jóvenes de ahora también serán dentro de unos años emprendedores y quienes moverán y liderarán la economía de nuestro país. Nos guste o no, hay que dejar paso a la savia nueva. Como apuntaba José Aguilar, vicepresidente de la Asociación Internacional de Estudios sobre Management, la crisis se está convirtiendo en un rico laboratorio de comportamientos humanos, en el que se ponen de manifiesto las potencialidades de los jóvenes. Por el bien de todos, es imprescindible entenderlas, encauzarlas y aprovecharlas.