Quienes conozcan el cine clásico sabrán que el título de la película dirigida por Sidney Pollack no era éste, sino Bailad, bailad malditos. Nada menos que 9 nominaciones a los Óscar. Reflejaba el despertar más amargo del sueño americano, en pleno crash del 29. Quienes todo lo podían, tenían que bailar para comer… Y esa es la impresión que tengo cuando observo el gasto ingente e innecesario que realizan nuestros políticos con un dinero que no es suyo, sino de todos: el de nuestros impuestos.
Cuando los españoles debemos (deuda pública: de todos) este mes de junio nada más y nada menos que 1,56 billones (con B) de euros, lo que equivale al 113% del PIB nacional, que debemos más del doble que hace 12 años… ¿realmente nos podemos permitir “gastitos” como el aprobado para el uso de las lenguas cooficiales de España, es decir, Euskera, Catalán y Gallego, en los debates del Congreso de los diputados? El gasto que esta medida supondrá (Junts propuso hace dos años el uso universal de las lenguas oficiales en el Senado, para lo que estimó una inversión anual de casi 1 millón de euros anuales) no puede entenderse en un momento en el que existen tantos frentes abiertos. ¿Qué coste de oportunidad va a tener esto? ¿Qué otras medidas podrían ponerse en marcha en su lugar?
En Navarra tampoco nos quedamos cortos con esto del gasto. Según se publicaba en estas mismas páginas, la Comunidad foral es la segunda región, junto con Andalucía, con más consejerías: aquí 13, los mismos que en la legislatura pasada y cuatro más que en la anterior. Solo superados por Cataluña con 14. Pero si se realiza el cálculo de consejeros por población, la cosa cambia: Navarra cuenta con una consejería de Gobierno por cada 51.000 habitantes. En Andalucía, una por cada 653.000, y en Cataluña, una por cada medio millón. El coste que supuso para las arcas forales pasar de 9 consejeros a 13 se ha cifrado en 25 millones de euros. Ah, y en esta legislatura vamos a contar con dos direcciones generales más. ¿Han visto ustedes que pasar de 9 a 13 consejerías haya mejorado nuestros servicios, nuestra Administración? Como casi siempre en estos últimos años, más gasto no implica un mejor servicio.
Por eso me preocupa el coste (nunca acabaremos de saberlo), pero también el mensaje que se transmite de que el gasto no es importante. Que cualquier idea de cualquier mandatario puede llevarse a cabo, sin analizar previamente cómo se hará, qué pros y contras acarreará, qué coste tendrá para los contribuyentes y cómo se va a financiar. ¿Contra el mayor déficit como sigue siendo lo habitual? Cada español debe ya 32.000€. ¿Todavía más?
Si estuviéramos invirtiendo en futuro, en infraestructuras… lo entendería: todos sabemos lo que es hipotecarse para comprar una vivienda. Pero no es el caso. Y si lo fuera, cuando uno se hipoteca, habitualmente no se dedica a banalidades. Es consciente de que no puede. Al menos con su dinero.
Mi percepción personal es que, más que buscar la eficiencia en nuestra Administración, gastar lo necesario… muchos de nuestros políticos son como adolescentes, si no niños maleducados y caprichosos… Que el niño quiere que le compres por ideología, por capricho o porque enriquece a ese sector profesional en el que se está convirtiendo la política.
Los dos ejemplos expuestos antes son tan solo la punta del iceberg de un sistema que necesita una profunda remodelación. Gastar más no significa que se gaste mejor, ni que el contribuyente reciba un mejor servicio. Pero si solo se mide la calidad de lo público por el dinero que se invierte, ¿cómo se va a plantear una Administración más eficiente? No me valen los populismos de que querer reformar significa querer quitar médicos o profesores. Lo que se busca es que el contribuyente esté satisfecho con el dinero que paga en impuestos, y para eso desde los Gobiernos, desde todos, se debe predicar con el ejemplo. Gastar bien será la mejor garantía para ello.
En el título de la película citada se llamaba malditos a quienes tenían que bailar. No seré yo quien llame así a quienes gastan solo por razones de mera conveniencia propia o política. Siempre esperaré que lo hagan por el bien y progreso real de los ciudadanos.