– Para que Navarra mire tranquila hacia su futuro, ¿qué problemas debe solucionar?
– Para dar una respuesta precisa a esa pregunta habría que realizar un estudio a fondo multidisciplinar y en el que participe mucha gente, yo no soy un gurú. Pero, en principio y sin que sean los definitivos, podría avanzar algunos, como una demografía insuficiente. Hasta ahora nos ha servido la que tenemos, pero si las cosas cambian, no será así.
– ¿Por qué?
– No sólo porque no aumenta la población, sino porque la tendencia al envejecimiento puede afectar a la cualificación de las personas. Hablar de la sociedad de la información a una sociedad que está envejeciendo… Va a ser muy difícil convencer a los mayores de 50 años que se enrolen en esa sociedad que exige determinados esquemas mentales. Siempre hay excepciones, pero que se generalice, lo veo difícil.
“Palmera sin oasis”
– Otro problema que destaca es el desequilibrio territorial.
– En general, Navarra es una Comunidad bastante equilibrada y ha superado a otras en lo referente a infraestructuras y servicios públicos. Pero en estos momentos veo que la articulación territorial de Navarra se ha quedado un tanto obsoleta, que corresponde a una palmera sin oasis. Esa palmera se dibuja en el mapa de Navarra y corresponde a Pamplona y su comarca, con una mayor densidad en actividad económica, zona que se extiende hacia el noroeste, hacia Alsasua. Luego está el tronco, que es muy estrecho y que va por Tafalla y Olite. Las raíces estarían en paralelo al Valle del Ebro, lindando con La Rioja, donde está la industria agroalimentaria.
– Y el desequilibrio estaría fuera de esa “palmera”.
– Serían cuatro bolsas: una hacia la zona de Estella y Viana; la segunda, entre Alsasua y su zona norte; otra, muy grande y la más complicada, sería la montaña, lindado con los Pirineos; y la cuarta, desde la A-15 hasta el este y sureste. Son zonas con una baja densidad de actividad económica y una tendencia a la despoblación.
– ¿Hay otros problemas que usted destacaría?
– El relacionado con el sector productivo, que hasta ahora ha ido muy bien, pero que ha tenido una relativa concentración, y por tanto, dependencia, en tres grandes sectores: la automoción, el sector agroalimentario y la construcción. A eso habría que añadir que el sector agrario tiene una altísima dependencia de la famosa PAC, la Política Agraria Común, por lo que es un sector altísimamente subvencionado.
– En Navarra, muchas voces insisten en esa necesidad de potenciar otros sectores.
– Son varios los factores que hay que afrontar, como introducir más tasas de tecnología, porque aquí, salvo excepciones, se maneja normalmente tecnología media-baja, no alta; e impulsar las actividades de valor añadido, las de servicios a empresas, sobre todo. Hay mucho camino por andar. Pero, además de los citados, hay otros dos problemas a mi juicio.
– ¿Cuáles serían?
– Uno, lo relacionado con los valores en los que la sociedad está imbricada. Son los que se corresponden con que los navarros llamamos “nuestra identidad”, a lo que damos mucha importancia, y está bien, pero eso nos conduce a una cierta complacencia, lo que es un factor de riesgo. Nuestra identidad es importante, pero, cuidado, no somos exclusivos, el mundo es muy grande y en otras latitudes del mundo algunos se mueven más y mejor. Hay que estar abiertos para mantener las cotas que tenemos y, más aún, si queremos mejorarlas. Y por último, citaría el marco geopolítico-institucional. Es decir, las instituciones que nos gobiernan y las representativas de la sociedad civil. A todas ellas les corresponde el rol de estimular a la sociedad para buscar el camino que vamos a elegir. Hay que cambiar el “Navarra va bien” por “Navarra p’alante”, como dice la jota.