Diario de Navarra, 11 de marzo de 2010
José Javier Olloqui, director general de Institución Futuro
En la madrugada del 24 de febrero de 1981 el Rey, vestido con uniforme de Capitán General de los ejércitos, se puso delante de las cámaras a la 1:14 minutos para defender el sistema constitucional frente a los militares golpistas. En estos momentos el Rey, vestido de ciudadano, se coloca delante de las cámaras para pedir la colaboración de todos frente a una España en estado concursal.

No estamos frente a un golpe de Estado, pero sí ante una emergencia nacional. Las declaraciones de Fernández de la Vega, tratando los contactos y reuniones del Rey como de protocolarias, vuelven a ser de nuevo un insulto más a los ciudadanos de este país. Es a todas luces evidente, y resulta también un clamor popular, la necesidad de unión para salir de esta crisis. El Rey se ha decidido a intervenir, entiendo, porque es consciente, como muchos ciudadanos, de que el problema más grave de España, en estos momentos, no es el económico ni el social, sino el político. El ensimismamiento del gobierno y su aferro al poder por encima de la ruina de los españoles y el afán de la oposición para hacerse con el poder, aprovechando el descrédito tanto a nivel nacional como internacional de Zapatero, es la muestra evidente de que nuestra clase política nacional no tiene como prioridad el beneficio de los ciudadanos y de su país, sino su propio interés: instalarse y perpetuarse en el poder.

Frente a esta imagen deplorable y sin duda angustiosa de nuestros políticos nacionales, en Navarra podemos dar un buen ejemplo de colaboración. El acuerdo de estabilidad entre UPN-PSN es la prueba de un compromiso frente a la adversidad y un ejercicio de responsabilidad política. Es cierto que los ejes navarros no se mueven solamente entre la perspectiva izquierda – derecha, sino también entre nacionalismo – no nacionalismo, lo que ayuda a todas las fuerzas que componen ambos ejes a unirse frente a las otras. Pero, dicho esto, existe un compromiso firme de buscar más en lo que nos une que en lo que nos separa.

¿Es esto de nuevo la autocomplacencia navarra? Creo que no. Debemos conservar los valores que nos han hecho una región próspera y avanzada, y hemos de aprender a adoptar actitudes y modos de trabajar más propios de los retos actuales. Podemos sentirnos orgullosos de lo que tenemos, pero alertados en cada momento de que el estatus de bienestar y riqueza se gana en el día a día y que el mañana puede cambiar súbitamente si no mantenemos una actitud de mejora y empuje constante.

¿Somos los navarros colaboradores? Al lado de la autocomplacencia, yo colocaría el rasgo característico del individualismo. De este rasgo se habla menos, y quizá por esto resulta más peligroso. Construimos el futuro desde muchas instituciones, en bastantes ocasiones de manera paralela y, en otras, redundante. Si miramos con visión de prospectiva y buscamos adelantar las tendencias de futuro, seremos conscientes de la importancia de superar el concepto de individualismo por el de cooperación. Las nuevas generaciones que asumen la responsabilidad de construir el futuro deben ser conscientes de que trabajaremos en un entorno muy diferente y que la Navarra del mañana no podrá construirse desde la suma de individualismos sino desde la sinergia de la colaboración.

Pero la colaboración sólo tiene éxito cuando se respetan las identidades de cada uno y se empieza desde el final, desde la definición de los intereses que desea obtener cada una de las partes como resultado del trabajo conjunto. ¿Para qué colaborar, si no voy a sacar nada, ni siquiera el placer de haber contribuido, e incluso al final puedo quedar absorbido o ninguneado por la otra parte? Muchas de las propuestas y deseos que se pronuncian bajo este concepto sólo muestran el deseo por conocer lo que la otra parte puede enseñarme y de lo que yo puedo sacar provecho, pero ningún interés en comprender y contribuir al crecimiento y consecución de intereses de la otra parte. Así, la colaboración muere al instante o tras el primer contacto.

Los políticos no nos van a sacar de la crisis y son plenamente conscientes de ello, no obstante, debemos exigir la valentía de decírselo a los ciudadanos y la labor de liderar las acciones y tomar decisiones que nos aúnen a toda la sociedad en un pacto de liderazgo. Construir el futuro es una labor de todos y de ahí la importancia de contar, además de con unos políticos comprometidos, con una sociedad civil fuerte y unos ciudadanos informados y formados, autónomos y participativos, conscientes de su responsabilidad en el futuro y el desarrollo.

No es un deseo, es una necesidad y una responsabilidad. Es la manera en que tenemos que aprender a colaborar y participar entre todos para la construcción del mejor futuro para Navarra. Trabajemos desde el presente y en colaboración para obtener un futuro próspero que nos mantenga entre las mejores y más avanzadas regiones de Europa y del mundo.

 

Institución Futuro
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