Diario de Navarra, 4 de noviembre de 2005
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
A lo largo de las últimas semanas, el Gobierno de Navarra está demandando al de España el cumplimiento del acuerdo de inversión en la obra pública que se pactó entre el Ejecutivo Foral y el Ministerio de Fomento.
A lo largo de las últimas semanas, el Gobierno de Navarra está demandando al de España el cumplimiento del acuerdo de inversión en la obra pública que se pactó entre el Ejecutivo Foral y el Ministerio de Fomento. El Consejero de Obras Públicas, Álvaro Miranda, ha advertido de que 2006 puede ser un año perdido porque «no hay ni un euro» para infraestructuras en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). A este respecto, los diputados Jaime Ignacio del Burgo y Carlos Salvador han prometido una interpelación urgente en el Congreso por la marginación de Navarra en los PGE. De acuerdo a los informes de Funcas, después de Madrid, nuestra región es la que más produce por habitante. Sin embargo, en la inversión estatal per cápita somos la tercera región por la cola, teniendo diferencias mínimas con las dos que nos siguen. Aunque se pueda objetar que la comparación debería incorporar las peculiaridades de nuestro régimen foral, «la prueba del algodón » es la correspondencia con nuestra posición de colista en la tabla de inversión estatal y el hecho de que Navarra no va a recibir ayuda alguna para infraestructuras. La discriminación resulta más injustificable cuando se observa que Cataluña tiene una partida para infraestructuras en los PGE que es doble que la que tuvo este año, a pesar de que en el presente ejercicio los funcionarios catalanes no están siendo capaces de ejecutar el importe previsto. Además, el presidente del Gobierno central ha prometido a Cataluña 6.000 millones de euros extra, a abonar en diez años, quizá para compensar el supuesto agravio por la modificación del Estatut. Escuece que el Gobierno de España, además de no darnos prácticamente nada para infraestructuras, decidiera que parte de su obsequio a Cataluña lo paguemos los contribuyentes navarros, por ser nuestra Comunidad una de las tres con balance fiscal negativo (aportamos más de lo que recibimos) ¡Los regalos se hacen tras pagar primero las deudas contraídas!

Grave perjuicio en las obras pendientes Así, Navarra sufrirá un grave perjuicio en las principales obras pendientes: la vía del AVE, la nueva estación de ferrocarril, la Autovía de Jaca, la Autovía de Tudela a Medinaceli y, lo que es peor, que no se ejecute a tiempo el enlace de la Autovía del Camino con la autopista riojana. Es indudable que, en el clima de competitividad regional europea en que vivimos, el futuro de Navarra quedará muy perjudicado sin esas obras. Respecto a la estrategia que se debería seguir, una protesta local y sosegada es un lamento estéril. Tampoco es suficiente el requerimiento formal ante las Cortes. Donde hay que reivindicar, y hacerlo con la firmeza que exhiben Cataluña y el País Vasco, es en La Moncloa. Quizá, convenga que Miguel Sanz, de cuyo coraje por defender Navarra nadie duda, advierta al presidente de la nación de que también nosotros podríamos montarnos en el carro de los chantajistas y utilizar el cupo como arma que garantice que la Comunidad recibe las inversiones estatales necesarias para su desarrollo. No lo haremos si no nos obligan, porque nuestro Viejo Reyno tiene un compromiso noble y solidario con España. Sin embargo, el presidente navarro tiene que usar todos los instrumentos legales en sus manos para lograr que el Estado cumpla rigurosamente con la Comunidad Foral. Esta acción presidencial tendría que ir apoyada por el respaldo de la sociedad civil: todos somos imprescindibles para la defensa de Navarra. También resulta esencial que las otras dos formaciones políticas que tienen escaño en el Congreso se unan en la demanda del partido regionalista y, juntos, eleven su protesta. Ese grupo de representantes navarros debería olvidarse de las diferencias que les enfrentan en casa y, solidariamente, ir a defender fuera los intereses de una Navarra que es de todos. Si este año «tragamos» la injusticia, será más difícil que podamos evitar el ‘atraco’ en los presupuestos de los años siguientes. Tener la razón es insuficiente, hace falta además un rechazo contundente de nuestros representantes políticos ante los que pueden evitar el ultraje. Debemos aprovechar que la opinión pública española está molesta con los abusos catalanes para que se haga justicia. Sería recomendable promover una fuerte acción mediática que apoyara nuestra justa causa. ¡Quien no llora no mama!

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