Expansión, 22 de julio de 2006
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
Me renace la esperanza cuando soy testigo de comportamientos en los que los principios prevalecen sobre los propios intereses económicos. Aquellas conductas en las que se prefiere perder lucrativas oportunidades, antes que ceder al chantaje del poder y sus prebendas.
El testimonio que ha despertado mi optimismo ha tenido como protagonista a Albert Boadella, en el marco del Curso de Verano de la Universidad Complutense “Una visión liberal de España y del mundo: homenaje a Rafael Termes” que patrocina el Grupo Recoletos.
La exposición de Boadella fue una narración autobiográfica sincera, en la que, admitiendo errores, se palpaba su lucha por la coherencia y la autenticidad. Como ustedes saben, el célebre director de la compañía de teatro Els Joglars y un puñado de personas valiosas se han rebelado contra el nacionalismo catalán y han constituido un partido político: Ciutadans de Catalunya. Esta formación, a pesar de su corta vida, cuenta ya con varios miles de interesados, quienes, movidos por una ilusión contagiosa, se han propuesto derribar el pensamiento único impuesto en esa región por los sucesivos gobiernos catalanistas.
La lucha del grupo fundador de este partido no está siendo fácil. Un episodio esclarecedor ha sido el silencio del nacionalismo ante la agresión al escritor Arcadi Espada, uno de los mentores de Ciutadans, por parte de los maulets. El asalto tuvo el agravante de la total impunidad por la inhibición de los Mossos d’Esquadra.
La táctica utilizada por el omnipresente poder político para hundir a Ciutadans ha sido la condena a la muerte civil de los partidarios de esta formación, sentencia por la que se les ningunea en todos los ámbitos públicos.
Un tercer aspecto preocupante es el silencio de la inmensa mayoría de los medios de comunicación en Cataluña sobre la actividad de Ciutadans, mutis que parece comprado por los gobernantes. Estos golpes bajos a la libertad han promovido un cierto miedo ciudadano a enfrentarse con las consignas oficiales, intimidación más acusada en las personas que dependen de las instituciones catalanas. Este hecho se extiende a muchos empresarios que temen significarse, máxime en un momento en que el intervencionismo de la Generalitat es fuerte.
Boadella evidenció las manipulaciones de Jordi Pujol para transformar una región que convivía perfectamente con el resto de regiones en una comunidad con rencor a España. Explicó cómo se había avivado el resentimiento, hasta el punto que parezca que trabajar contra España es trabajar por el futuro de Cataluña. El director de teatro explicó como el ‘honorable’ inventó una nación en sus años de mandato utilizando la lengua como herramienta principal para forjar la ‘identidad nacional’. El sometimiento de la cultura al adoctrinamiento político ha llegado al extremo de silenciar a Josep Pla, el mejor literato que ha tenido Cataluña, por considerarlo insuficientemente nacionalista.
¿Se transformarán esos miles de adhesiones a Ciutadans en votos suficientes para acceder al Parlamento catalán? Es indudable que el adelanto electoral les perjudica. No tienen la estructura de sus rivales para darse a conocer y es difícil obtener apoyo económico de un empresariado que teme al poder. Otra dificultad para convencer, surgida del carácter intelectual de sus iniciadores, es un laicismo en su manifiesto que podría parecer anticristiano a muchos votantes, y del que les convendría desprenderse para ampliar así su espectro electoral.
Probablemente, el voto útil de los catalanes vaya al otro partido que defiende la españolidad de Cataluña, el Partido Popular, contra el que el resto de formaciones políticas han hecho una campaña perversa para mostrarles como anticatalanes. La clave para que Ciutadans y Populares obtengan un buen resultado es que sus seguidores se impliquen en la campaña electoral para arrancar votos del abstencionismo y hacer fértil su compromiso de lucha por la libertad.

Institución Futuro
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