Diario de Navarra, 3 de diciembre de 2017
Ana Yerro, directora general de Institución Futuro

Desde que el Gobierno de Navarra anunciara hace unas semanas una nueva vuelta de tuerca a la fiscalidad de la Comunidad Foral, no han sido pocas las instituciones, asociaciones, empresarios y particulares que han dado la voz de alarma respecto al peligro que ésta supone para determinados ciudadanos y para las empresas.

La preocupación está justificada, además, porque la reforma no parece tener padre nominal, sino que ha sido el fruto de “un acuerdo de todos”. Da la impresión de que ninguno de los miembros del cuatripartito esté satisfecho: algunos por creer que la reforma se ha quedado corta (Adolfo Araiz, de Bildu, afirmaba que querían una reforma “más profunda”) y otros porque la consideran excesiva (según Koldo Martínez, de Geroa Bai, “hubiéramos preferido no apretar tanto”).

Con los cambios previstos se espera recaudar en total 28 millones de euros en dos años, logro que el Gobierno de Navarra valora como un avance en la progresividad y equidad del sistema tributario “sin un aumento apreciable de la presión fiscal”. El objetivo de la medida, reconocido explícitamente, consiste en aumentar la recaudación. Sin embargo, muchos ciudadanos, sobre todo los que se encuentran en situación de desempleo (más de 35.000) en Navarra, se preguntan de qué les va a servir el supuesto aumento de recaudación. Ellos lo que necesitan es un trabajo de calidad para poder vivir de él, y no de las ayudas públicas. De ahí que la perspectiva de análisis de la reforma fiscal debería ser si ésta va a ayudar o no a la generación de empleo privado.

La ligerísima mejora en las deducciones por hijos menores de tres años (que entrará en vigor en 2018 y, por tanto, no notarán los contribuyentes hasta la declaración de la renta en 2019, año electoral) no parece que vaya a mejorar la situación fiscal de Navarra, que en la actualidad cuenta con el peor IRPF de todas las Comunidades Autónomas. Tampoco va a ayudar mucho el que se elimine la reducción del 40% al capitalizar un plan de pensiones, que la tributación del ahorro aumente en todos los tramos o que se suprima la deducción por vivienda habitual a los nuevos compradores. Es decir, que con esta medida no solo no se favorece la creación de empleo, sino que se van a reducir las desgravaciones de muchos ciudadanos.

Las empresas también se van a ver perjudicadas por la anunciada reforma del Impuesto de Sociedades: se eleva el suelo fiscal al 16% para pequeñas empresas, 3 puntos más que ahora, y el 18% para las grandes, 5 puntos más que en la normativa vigente. Resulta paradójico que, por un lado, se insista en que el tejido empresarial navarro está compuesto en su gran parte por pymes y micropymes y que por consiguiente es necesario aumentar el tamaño de las empresas y, por otro, que al mismo tiempo se eleve el impuesto de sociedades a las pequeñas y grandes, medida que desincentiva su crecimiento. Otras regiones, como el País Vasco, ya han anunciado reducciones a este respecto, estímulo que ocasiona que, por contraste, el territorio foral sea menos atractivo para las compañías.

Volviendo al argumento inicial, ¿esta medida referida a las empresas les va a ayudar a aumentar su inversión y, por tanto, a la creación de empleo? Mucho me temo que no.

Una vez aprobada la reforma fiscal en el Parlamento, los navarros dispondremos de poco margen de maniobra para modificarla. Tampoco podremos decidir en qué se va a invertir ese dinero “de más”. Institución Futuro siempre ha defendido que, antes de recurrir a la subida de los impuestos, se debería revisar a fondo, desde una perspectiva global, el volumen, el alcance y la justificación de los gastos públicos.

Si una de las preocupaciones del Gobierno fuera la deuda pública, entre sus prioridades figuraría reducir los gastos de la Administración haciéndola más eficiente para tener superávit presupuestario, escenario económico desconocido por estos lares desde hace años. Como la crisis económica demostró a muchos ciudadanos, no se puede vivir eternamente gastando más de lo que se gana… a no ser que seas la Administración.

En vez de jactarse del aumento del gasto público, como si éste fuera en sí mismo una conquista -eso sí, sin reducciones en el déficit y la deuda-, sería recomendable, indispensable y aun urgente que el Gobierno atendiera a las empresas, que son las que generan riqueza, inversión y empleo. Actuar en sentido contrario supondría minar la competitividad de Navarra.

Institución Futuro
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