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….22,23,24,25,26,27,28,29...¡30!

Es casi seguro que en este momento usted se estará preguntando a qué estamos jugando hoy en Navarra Confidencial con toda esta sucesión de números hasta contar 30, pero es que nada menos que 30 puestos es lo que Navarra, en los últimos seis años, ha bajado en el ranking de competitividad de las 268 regiones europeas. Según publica Institución Futuro, hemos pasado de la posición 135 a la 165.

Uno de los aspectos que el think tank navarro señala entre los que disminuyen gravemente nuestra competitividad es la fiscalidad, para lo cual aporta datos como que Navarra precisamente ha pasado en el índice competitvidad fiscal de de la séptima posición en 2017 a la décimo cuarta en 2018, donde sigue en los últimos dos años, por no mencionar que la Comunidad Foral es la CCAA con el impuesto sobre la Renta menos competitivo en el puesto decimonoveno.

Según el Instituto de Estudios Económicos (IEE), asimismo citado, la presión fiscal normativa de las empresas en España es un 10,5% superior a la media europea y supone un 11,1% del PIB frente al 9,6% de la UE, y la recaudación procedente de las empresas supone un 31,9% del total frente al 24,6% del promedio europeo. En el año 2020, España ocupaba el puesto 27 del total de los 36 países analizados por la Tax Foundation para elaborar el índice de competitividad fiscal, cuatro puntos por debajo del año anterior.

Hoy leemos que la empresa Kybse de Ororbia presenta un ERE para despedir a 103 trabajadores, ¿quién va a venir para llenar ese hueco y crear 103 nuevos puestos de trabajo o más? ¿Quién va a elegir Navarra en vez de otro lugar de España o de Europa? ¿Por su fiscalidad? ¿Por su inseguridad jurídica? ¿Por su gobierno radical caracterizado por la hostilidad al empresario y al inversor?

Navarra es todavía una región próspera, y lo es precisamente porque durante décadas hemos sido justo lo contrario de lo que somos ahora. Un territorio con una fiscalidad atractiva, con estabilidad fiscal y normativa, con un gobierno business friendly. Lo uno llevó a lo otro igual que ahora la fiscalidad infernal, la inseguridad jurídica y la hostilidad hacia el inversor nos llevan hacia convertirnos en un páramo empresarial. ¿Y qué es lo que piensa hacer este gobierno? ¿Prohibir a las empresas que se marchen? Eso es poco menos que intentar evitar una caída del turismo prohibiendo a los turistas que vuelvan a sus países. Lo que desde luego no podemos hacer es obligar a nadie a invertir aquí. O evitamos convertirnos en un lugar indeseable para la inversión, o nos pasaremos mucho tiempo en el futuro meditando sobre lo mucho que en mundo abierto, competitivo y globalizado, cuesta recuperar cada uno de esos 30 puestos que hemos perdido en un santiamén.

Institución Futuro
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