Diario de Navarra, 17 de marzo de 2017
Ana Yerro, directora general de Institución Futuro

La innovación, entendida como un cambio riguroso basado en el conocimiento que genera valor, no como mera palabra talismán hoy tan en boga, permite a cualquier entidad ofrecer mejoras y soluciones a los distintos retos que se van presentando en la sociedad. Es una de las claves de la competitividad de empresas y de regiones y de su adaptabilidad a un entorno cada vez más globalizado y cambiante, factor fundamental para la creación de bienestar y riqueza para los ciudadanos.

La relación entre las regiones más innovadoras y sus datos de PIB per cápita –significativamente más altos que las que menos innovan-, las tasas de ocupación y el desempleo vienen a confirmar que la innovación trae a cuenta por ser imprescindible para la generación de riqueza y empleo. En este sentido, los últimos datos sobre la materia aportados por la Comisión Europea, incluidos en el Regional Innovation Index 2016, que Institución Futuro ha analizado a fondo en el informe “Situación de la Innovación en Navarra. Comparación regional con Europa”, resultan muy preocupantes para España en su conjunto y para Navarra en particular.

Si durante años Navarra y País Vasco han sido las dos únicas regiones españolas consideradas como fuertemente innovadoras, lo cierto es que entre 2014 y 2016 la Comunidad Foral ha caído de dicha categoría (el equivalente a un notable) a moderadamente innovadora (un aprobado). Los malos resultados en los doce indicadores analizados –tomados de cifras disponibles entre 2012 y 2014- suponen, en términos numéricos, un retroceso del 22%.

En la práctica, los datos son contundentes: las Pymes de Navarra se encuentran en posiciones de cola en lo que a gasto en innovación excluyendo I+D se refiere, las empresas realizan escasa innovación en las áreas de organización y marketing y destaca, asimismo, su poca innovación interna. Como contrapunto positivo, la elevada tasa de población con estudios superiores, el gasto en I+D por parte de las empresas y las exportaciones de manufacturas de media y alta tecnología colocan a Navarra en buenas posiciones. Aun así, también han perdido puntos respecto al 2014.

El gasto en innovación sobre PIB viene disminuyendo en Navarra desde 2009, fecha en la que se alcanzó el tope en esta materia: un 2,1%. Desde entonces, el descenso ha sido continuado hasta situarnos, en 2015, con un 1,64%, del cual dos terceras partes han correspondido a la iniciativa privada y una tercera, a la pública. Esta cifra se halla muy alejada del objetivo del 3% marcado por la UE en el plan Europa 2020.

Las razones que nos han llevado a esta situación son varias. Ni empresas ni Administración han sido ajenas a la crisis económica ni tampoco a su consiguiente incertidumbre. Las compañías han retraído su esfuerzo innovador y se han centrado más en la gestión del día a día; y la eliminación de ayudas a la innovación de empresas por parte del Gobierno durante años contribuye también a explicar lo ocurrido.

Las nefastas consecuencias que el panorama descrito puede tener en el medio y largo plazo deberían urgirnos a recuperar, al menos, los niveles previos a la crisis para hacer de la economía navarra un ejemplo de innovación encaminado a generar riqueza, puestos de trabajo y bienestar social. Para lograr dicho propósito, todos los agentes implicados en esta área deben trabajar al unísono. Las empresas, realizando un esfuerzo que, sin lugar a dudas, les será beneficioso. Y la Administración, que ya ha planteado un Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación, apostando decididamente por ella, entendiéndola no como un gasto, sino como una inversión. En un mundo cambiante, adaptarse y adelantarse, en definitiva, innovar, no puede ser un lujo, sino una exigente y fértil tarea diaria.

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Institución Futuro
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