Diario de Navarra, 24 de junio de 2016
Miguel Canalejo, miembro del Consejo de Gobierno del think tank Institución Futuro

Preguntar a los empresarios de nuestro país sobre cómo valoran la situación económica de España parece una acción lógica si se quiere conocer de primera mano qué funciona (y, por tanto, hay que potenciar), y qué no (y hay que modificar o eliminar) en la competitividad de nuestro país. Ese ejercicio lo ha realizado por tercer año consecutivo el Círculo de Empresarios junto al Círculo de Economía y el Círculo de Empresarios Vascos, con la colaboración de, entre otros, Institución Futuro. Ese esfuerzo se ha plasmado en el informe “Barómetro de los Círculos 2016”, que contribuye a detectar las debilidades y fortalezas de nuestra economía.

El documento no sólo incluye los resultados de encuestas a más de 250 empresarios y 23 entrevistas en profundidad sino que, además, recoge los principales indicadores internacionales sobre competitividad y otros tantos índices internacionales sectoriales, divididos en seis áreas concretas: dinamismo del mercado, recursos básicos, mercado laboral y financiero, dinamismo empresarial y contribución de las Administraciones Públicas. ¿Por qué es importante este extenso y riguroso análisis? Porque, no nos cansaremos de decirlo, son las empresas privadas las que generan empleo y si, permítanme la metáfora, la empresa es un barco, éste necesita de agua suficiente por la que navegar, es decir, requiere que la economía vaya bien. De no ser así, el barco quedará encallado.

La principal conclusión del informe es que estamos progresando, pero no al ritmo necesario. Y en áreas como el mercado laboral y financiero o la contribución de las Administraciones Públicas, seguimos estando en el vagón de cola. A los empresarios les preocupa, además, la calidad del sistema educativo y el excesivo tamaño e ineficiencia de las Administraciones, además del ya mencionado mercado laboral.

Pero, ¿qué hay de Navarra? Aunque el documento del Círculo no recoge datos por CCAA, la UE publica periódicamente un índice de competitividad regional que nos permite compararnos no solo con el resto de comunidades españolas, sino con las europeas. Entendiendo competitividad como la capacidad de una región de ofrecer un entorno atractivo para vivir y trabajar a empresas y residentes, tanto en el corto como en el largo plazo, Navarra se encuentra en la mitad del ranking, en el puesto 131 de 262 regiones europeas, y es la tercera nacional en competitividad, por detrás de Madrid y País Vasco.

En concreto, los principales activos que posee Navarra para atraer población y empresas es la alta productividad laboral, una alta inversión en I+D por parte, sobre todo, de las empresas, la extensa utilización del as TIC, extendida entre las empresas de más de diez trabajadores y, en general, unos altos niveles en factores ligados al desarrollo humano, como la renta disponible y el alto PIB per cápita, la salud y la educación, con una educación básica de gran calidad, un alto número de personas con educación superior y adultos que continúan formándose a lo largo de la vida.

Ahora bien, no puede obviarse la situación periférica de la Comunidad Foral en Europa y su baja densidad de población, ambos factores estructurales que penalizan su competitividad frente a otras regiones mejor situadas, más pobladas y con industrias más sofisticadas que las nuestras. En este sentido, la reciente paralización de ciertas infraestructuras, como el Tren de Alta Velocidad o el Canal de Navarra, no favorece en absoluto el crecimiento de la región. Otras debilidades no estructurales son la tasa de desempleo que, aunque mejor que en otras CCAA, sigue siendo alta respecto a la UE, y la baja sofisticación de las empresas. Tampoco debe olvidarse la necesidad de que se estimule el crecimiento empresarial ajustando las barreras tributarias (declaración de IVA, etc.).

A nivel nacional, no cabe duda que existe una gran necesidad de poner en marcha una reforma educativa que tenga continuidad en el largo plazo mediante un Pacto de Estado. Sin olvidar varias reformas necesarias en el ámbito laboral, como vincular salarios a productividad, simplificar modelos contractuales o reformular las políticas activas de empleo. Respecto a las Administraciones Públicas, resulta imperioso reformular la estructura de la Administración territorial y fomentar la colaboración público-privada. Y, cómo no, fomentar que las empresas españolas, y también navarras, ganen tamaño, lo que influirá positivamente en su productividad. Tema aparte es la reforma del sistema de pensiones, imprescindible si queremos que sean sostenibles.

Tanto el diagnóstico a nivel nacional como regional deberían servir como hoja de ruta para todos los agentes implicados en este tema. Si se quiere volver a los niveles de prosperidad el periodo pre-crisis y mantener la competitividad en el futuro, necesitamos una estrategia a largo plazo y hacer un esfuerzo por mejorar aquellos aspectos en los que existen debilidades. Para ello, el diagnóstico compartido, la voluntad de cooperar y el compartir un objetivo común son requisitos básicos sobre los que construir. De no hacerlo, seremos testigos del empobrecimiento de nuestra tierra.

Institución Futuro
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